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Emocionado…muchos momentos de emoción con los pelos de punta…así se resume un viaje exótico que para mi ha sido el mejor que hasta ahora he hecho…ETIOPÍA

Nada que ver con la idea preconcebida que tenía.

Es un país hermoso y seguro. Gente feliz, espléndida y respetuosa y una cultura ancestral intacta. Una alimentación que, aunque un poco repetitiva, mantiene bien nutridos a la población. A base de carne y pescado sin hormonas ni antibióticos, huevos de corral, toda clase de verduras y legumbres sin pesticidas y muchas especias, sobre todo picantes… muy picantes. Todo esto sobre una base que utilizan como pan en forma de crepe , la “Injera”, que está hecha de harina fermentada de teff, un cereal local, que luego se cuece en una plancha de cerámica redonda que se mantiene caliente sobre la leña del fuego. Acompaña guisos varios (pollo con salsa, puré espeso de lentejas o puré espeso de garbanzos similar al hummus).

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Si después de comer os apeteciera un postre, no lo vais a conseguir. Lo que si conseguiríais sería una dentadura perfecta y una complexión atlética como ellos por la escasez de azúcares simples refinados y grasas.

Una receta que nos chifló a todos fue la “Fatira”, una empanada de carne que se empapa con una exquisita miel.

Los niños son el alma del país y también lo que más me emociono de aquí. Risueños, alegres y conformistas, muy colaboradores con las tareas domésticas. Muchos de ellos con ropas viejas, rasgadas y descalzos. Lo mas es cuando te ofrecían la mano para acompañarte a dar un paseo a ningún lugar… Son felices con nada

Fuimos de expedición a un monte donde se encontraba la etnia dorze. ¡Qué lugar tan bello!, qué manera de vivir tan precaria y tan sencilla pero a la vez mas que suficiente para conseguir la felicidad.

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A lo lejos oímos cantos de niñas.

A lo lejos oímos cantos de niñas. Eran 5 o 6 de entre 1 a 7 años sentadas en el césped al lado del camino comandadas por una niña que era la que marcaba la canción… no pude evitar que los ojos me brillaran a la vez que tenía los pelos como escarpias… fue lo mas emotivo del viaje (hay un video de 20” en Facebook – Nacho Fisio Albir -).

Los lugareños nos abrieron sus puertas (que no las hay) para mostrarnos su tan acogedora vivienda. De entre las curiosidades que he podido conocer en materia de alimentos exóticos, está el procesado del llamado “platanero falso” o Ensete, así llamado en el sur de Etiopía. Esta planta exuberante, recuerda mucho a los plataneros que conocemos de los jardines botánicos, sin embargo es una planta diferente. Por lo pronto, no produce bananas, sino semillas. Se cultiva de forma habitual en la región de Arba Minch. Según pudimos saber, la reproducen cortando las raíces viejas en varios trozos. De cada porción crece una nueva planta. Su ciclo vital es de unos 5 – 6 años, hasta que produce semillas, momento en que la planta muere.

Antes de que esto ocurra, se aprovecha la práctica totalidad de la planta. Pican las grandes hojas para alimento de las vacas. Sus raíces también se prestan a ser consumidas tras hervirlas durante largo rato. Sin embargo, su cualidad más curiosa es la utilización de la pulpa que se retira de la nervadura central de las hojas, cuando se extraen sus fibras para cordelería. Esta pulpa se extrae con cierta facilidad, raspando con una media caña de bambú, contra una tabla.

Una vez se tiene suficiente cantidad de pulpa se coloca dentro de un pequeño hoyo en el suelo forrado con hojas de la misma planta. Se tapa perfectamente con nuevas hojas y se colocan encima varias piedras. Así permanecerá unos tres meses mientras toda esa masa va fermentando y compactando su textura. En ocasiones, para acelerar el proceso, se añade algo de pulpa ya fermentada. La masa, que así se obtiene, semeja una harina gruesa que se corta y amasa para luego cocinarla sobre una plancha metálica sobre el fuego. Tiene un peculiar sabor algo ácido que, los que lo probamos, pudimos enmascarar untándolo con miel o salsa picante. Esta masa feculenta así cocinada se conoce con el nombre de “Mocho”.

Las niñas llevan minitrenzas formando un laborioso mosaico en sus cabezas. Las mujeres más jóvenes son escrupulosamente aseadas y con las vestimentas muy limpias, que sumado a sus cuerpos atléticos, a la blancura de sus sonrisas y a la tez de porcelana, las convierte en mujeres exóticamente bellas.

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Ha habido tantos momentos especiales que me han emocionado que seguramente no los pueda enumerar todos.

Ha habido tantos momentos especiales que me han emocionado que seguramente no los pueda enumerar todos. El que está por encima es el ya mencionado encuentro con las niñas cantando, la visita al lago Chamo para ver de cerca cocodrilos y rinocerontes salvajes, el idílico atardecer africano mientras regresábamos en barca, la casual invitación al interior de la cabaña de barro y paja de una familia de la etnia Dorze, la visita al mercado donde le compré a un niño en un tenderete las cruces como colgantes, los grandes momentos de risas dentro del autobús con los compañeros, las horas mirando tras la ventana del bus los diferentes paisajes, poblados e innumerables lugareños caminando por los arcenes de las carreteras, las continuas ocasiones que nuestro chófer Tedi “Marcelo” tuvo que sortear en la carretera socavones y esquivar a carros y descontroladas vacas y ovejas que iban dirigidas por niños que no superarían los 10 años, la parada para comer en un restaurante que nos deleitaron con un manjar exquisito “fatira” y un zumo tricolor de piña, papaya y mango, otra parada en otro restaurante con una terraza con vistas directas a un lago que fue el cráter del volcán Bishoftu, los abrazos reconfortantes de los de allí dándonos la mano y juntando hombro con hombro, los agradecimientos de los atletas que tratamos, en especial uno que me regaló su amuleto de la suerte y que lo llevo desde entonces, las firmas en mi camiseta “usted está aquí” de todos y cada uno de los que traté, la carrera de 10k, media maratón o maratón, los niños asomando sus manos para que les chocáramos los cinco mientras corríamos, mi llegada a meta y la llegada de los primeros etíopes y la llegada de los compañeros, la firma en mi camiseta del campeón de la maratón en 2 h 13″, también la firma en la camiseta en el momento de conocer en persona al gran Haile Gebrselassie, que fue el numero uno batiendo el récord en tiempo de la maratón, la buena onda de todos nosotros que hizo que en ningún momento hubiera mal rollo, la entrega de los diplomas como participante en la carrera de Awasa, las fiestas y bailoteos que nos montamos por las noches en los lugares de ambiente, el espectáculo de canciones y bailes regionales, el ritual del café, que ademas no sabía que era uno de los mejores del mundo, las caras de los negritos y de algunos blanquitos cuando les hice trucos de magia, las nuevas amistades que hice (y “lo sabes”). Lo de las despedidas fue el colofón de emociones, entre ellas la de Beki, un lugareño que se hizo de querer, la de Tedi y Emdale, que fueron nuestro conductor y el guía traductor y estaban ahí cuando más lo necesitábamos, y como no, las despedidas entre todos nosotros en los diferentes embarques en el aeropuerto… muy emotivo… En fin, un montón de experiencias que hizo que el viaje a Etiopía tuviera magia y todos nos quedáramos encantados.

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Fui a Etiopía motivado por un proyecto solidario

Fui a Etiopía motivado por un proyecto solidario (www.runnersforethiopia.com) creado por mi apreciado amigo y colega Jordi Reig y dirigido por Rafa y Toni (www.endoethiopia.com)

Se trataba de juntarnos diferentes especialidades del ramo sanitario para atender las lesiones del atleta etíope. Conseguimos ser 22 fisioterapeutas, una de ellas podóloga también, una odontóloga, un médico y una enfermera.

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Nuestra dedicación solidaria residía en tratar mediante técnicas de fisioterapia avanzada a los atletas con lesiones, y de impartir formación a los terapeutas etíopes; revisar e intervenir en problemas dentales, podológicos y médicos, así como donar zapatillas, camisetas y material deportivo nuevo o seminuevo a los atletas internos de los centros de alto rendimiento como el de Bekoji. De esto último participaron también corredores solidarios, que además tuvieron la oportunidad de correr la maratón, media maratón o 10k de Awasa, carrera que está limitada únicamente a atletas etíopes y que la federación etíope nos permitió participar, así como a los entrenamientos impartidos por el legendario entrenador Santayo junto con los atletas lugareños en Bekoji a 2800 m. de altitud (video en Facebook)

Fue un viaje único gracias al proyecto solidario que creó Jordi, inmejorable gracias a la labor de Rafa y Toni, emotivo gracias a los momentos especiales que vivimos, inolvidable gracias a todos vosotros que participasteis en esta labor totalmente solidaria y sin ánimo de lucro.

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Que sepáis todos que ETIOPÍA me ha llegado al alma y lo llevo en mi corazón…